Intenté cambiar mi alma.
Lo único que conseguí fue tener cientos de vinilos repetidos de Soft Cell esparcidos por el suelo de la habitación.
Un hotel confortable, o eso al menos es lo que me dijeron el primer día. Confortable, sí, pero caro. Y es que consumí toda la fortuna que el viejo tío Jimmy me dió como herencia. Dicen que le arroyó un ferrocarril, no importa. Era un estúpido bastardo, como toda su familia. En realidad adoro ser adoptado, aunque preferiría haber sido un aborto, no de esos deseados, sino de los que nacen muertos: ¡Sorpresa mamá!, hola y adiós. Sí, hubiera sido genial.
Al ver que la vida avanzaba sin mi permiso decidí dedicarme a lo que mejor se me daba: recopilar información, al principio eran periódicos, luego sellos, figuritas de todo a 100, vinilos (solamente de Soft Cell). Nunca dejaba de comprar cosas, de rebuscar en la basura o incluso de robar lo que no me querían vender. Malditos cabrones, ¿desde cuando no existen los trueques?
Recuerdo el día en que fui a aquél centro comercial e intenté cajear un poster de las ofertas del día por el anillo del difunto tío Jimmy, aquel día comprendí el término: represión policial.
Fue hace mucho tiempo...después, el periodo que abarca desde esa misma noche a la mañana de hoy, me he dedicado a tirar cosas por la ventana, muy de vez en cuando y sin horario prefijado:
que veía a un ejecutivo con pintas de trabajar en un centro comercial, le tiraba un periódico del 23 de febrero del 81; que veía a una mujer embarazada, le endosaba (tratando de acertar en su inmensa barriga) un ejemplar del calendario Pirelli del 96.
Ahora lloro mis perdidas, y contemplo desde lo alto de mi altura (mis ojos siempre han estado por encima de los pies), los discos de Soft Cell preguntándome una y otra vez:
¿Por qué coño no cambié el mundo?
*Nota del autor: Soft Cell es el individuo que cantaba Tainted Love
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