Veinticinco de Diciembre.
Fun, fun, fun.
En éstas me encuentro cuando pienso en lo que se me viene encima...en todos los proyectos que vendrán, en los olvidados y en los apartados. La ilusión al menos sigue intacta, y las ganas de escribir, y las ganas de cantar, y las ganas, al fin y al cabo, de vivir. Que son las que verdaderamente importan. La Soledad del Caracol saldrá únicamente en PDF y seguramente el segundo EP lo haga solamente en la red, descarga gratuíta y cero en quebraderos de cabeza...Sólo importan las canciones y haberlas hailas. Ahora escucho a Nick Drake, Lluis Llach, a Sinatra, a Elvis y poquito más. Estoy viejo pero mantengo el apetito vivo, en plena forma a pesar de la vagancia que supone transformar en versos la rutina rutinaria y maligna. Prometo cambiar el método de composición, volver a lo infante y vanal, a lo viral y jocoso, al humor socarrón que nunca huyó despavorido ante la policía de lo correcto. Prometo ser más Stabilito que nunca y ganarme la fama que nunca merecí. Es el momento de dar el paso definitivo, de comenzar el triple salto mortal en la cuerda floja de la sinceridad siendo sobre todo buena gente como me enseñó madre.
Y entre tanta palabra confusa, entre tanto gancho de izquierdas fallido, la música es la única que golpea directo y bien fuerte...y por eso nos excita, nos hace llorar, gritar, incluso hasta estornudar. Sigue siendo tiempo para el amor.
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