El día de los Santos Inocentes descubrí
que todo en esta vida es motivo para reír, jajaja:
Monjas y caminantes, mimos cantándole al amor
y todo lo que hace que los monstruos causen temor.
Fuiste tú una de las cosas por las que uno merece morir
agachado, de pie o fusilado, gritando al frente: “Me marcho de aquí, ¡bye, bye!
pero dejo huellas y versos que alguien recuerde y cante al revés
y un dibujo con dos dragones lanzando fuego a la vez”.
Y qué le voy a hacer si sé mentir, si pierdo el tiempo inventando un mundo más perfecto para ti.
Shalala shalala, shalaralala
Escribo cartas, luego las quemo las meto en sobres y cuento hasta tres,
sigo pensando que es un buen remedio para combatir la estupidez.
Invento miles de secretos, los vendo siempre al mejor postor
y cuando el Cierzo levanta muertos cierro la puerta del ascensor.
La vida dicen que es un juego que siempre acaba con un funeral
yo quiero el mío con cien payasos y un borracho bailando al compás
de esta canción cantada a coro por diez dentistas y su personal
y una frase tallada en oro: Un mentiroso puede ganar.
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