Felices días, apreciados consumidores de palabras. Si fuistéis de los que huyeron de la televisión maldiciendo a los Borbones, si no cogistéis ni una pizca de turrón. Si recibistéis grandes regalos. Éste sigue siendo vuestro blog. Mi consejo navideño es que gastéis todo lo posible, comprad cosas caras, destruid muebles, quemad vuestras casas, alquilad un deportivo y estrelladlo en el Pilar. Los mayas igual tienen razón y luego nos arrepentiremos de no habernos despedido por todo lo alto del mundo conocido. Tranquilícense que no es tan grave. Yo seguiré escribiendo después del final de los días, aunque Sarkozy o Merkel me metan en la cárcel de la clase media. Seguiré componiendo versos subnormales para mentes inquietas o directamente para mi mente, que creo que es la única fiel a mí mismo y a veces ni eso... Engorden, eructen, forniquen con desconocidos sin tomar precaución, manden cartas con Anthrax a ONG's que trabajen en África. Destruyan el Tercer Mundo y el Primero, atraquen bancos, sodomicen a políticos, hagan el amor con curas y monjas, con budistas también. Secuestren a un Hare Krishna y déjenlo en un zulo hasta que tenga pelo, luego suéltenlo en una comunia hippie, será divertido. Disfrácense de Papa Noel y entren a las casas de los ricos para aterrorizarles durante alguna hora, día o mes (Funny Games style). Hagan todo lo que sea pero sean felices coñe, que seguramente se lo merecerán, y si no se lo merecen ardan en el Infierno de la sociedad del bienestar que para eso la pagamos entre todos. Merecemos lo que queremos, estemos lo enfermos que estemos. Amén.
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