18.3.05

Javier...

El paso del tiempo hace daño, más que daño provoca la muerte que ya son palabras mayores.
¡Qué se lo digan a Javier!
El pequeño Javier vivía en un ambiente de absoluta felicidad, sus padres le querían, se divertía con sus amigos en el colegio y pasaba horas y horas dándole a la pelota con sus vecinos, en fin: una infancia feliz, casi onírica, la que desean todos los niños de familias rotas por copas o brazos rotos.
Todo el mundo conocido por Javier cambió aquella mañana de Enero, una especie de esquizofrenia infantil, todo lo que le rodeaba era falso, sus padres, en los que él había puesto plena confianza le habían engañado como lo que era, como un crío.
Aquella horrible mañana, después de que los reyes de Oriente vinieran y se comieran los dulces que había preparado la noche anterior, después de que los camellos bebieran del agua que había colocado con esmero en cubos más grandes que él, después de todo eso, se enteró de que no habían sido aquellos maravillosísimos reyes los que le habían traído de propio su balón nuevecito y su Actionman con metralleta incluída tal y como él había especificado en la carta...no...
Una cruel mentira de tan grande tamaño era imposible que fuera maquinada por sus padres, él no quería creer, lloró, gritó e incluso por primera vez insultó sin temor a que el pajarito "Pinzón" le escuchara y se chivara a los reyes...¡Pobre Javier! Su mundo se venía abajo, luego vino Papa Noel, el ratoncito Pérez y tantas cosas...
Lo lógico en estos casos sería que la Seguridad Social medicara a los niños pues en parte como ya he mencionado el descubrimiento de esta rotunda verdad es como si a un hombre le dijeran que todo lo que él conoce es mentira, osea una esquizofrenia...
Mientras tanto el pobre Javier sigue a sus 42 años encerrado en la habitación de un centro de rehabilitación, no quiere salir, tampoco puede dormir con la luz apagada y es que...simplemente nadie le supo decir que el hombre del saco tampoco existía.

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