23.3.05

La sombra de la duda

Ocurrió cierto día, mientras degustaba un bocadillo de apuntes de filosofía, estaba sentado en uno de esos bancos de la facultad que te dejan el culo más jodido que si hubieras pasado una semana en una cárcel turca. Miles de nombres de supuestos amantes adornaban el pupitre, gritos a la revolución, reseñas partidistas e incluso alguna esvástica tachada.
- ¿Qué hago aquí?
La pregunta todavía no tiene respuesta, ni el alcohol ni las drogas complementan al joven estudiante, el sexo lo haría pero en menor medida ya que no tiene todavía establecida la conexión mente-cuerpo. Todos esos pensamientos que oscurecían su ya ensombrecida cabeza, las palabras bailaban, los bolígrafos huían y tuvo que centrar su mirada en el cuadro más lejano a su campo visual. Un viejo cuadro que mostraba el funeral de un rey, solemne, grande, y joven.
Se vió a si mismo en ese campo, seguido por un cortejo de calaveras que gritaban vivas cuando lo que tenían que hacer era un canto a la muerte.
El exámen estaba a punto de comenzar y en su mente habían desaparecido por completo esos Aristóteles, Marxes o Nietzches...en su mente estaba el Rey muerto al que no le hizo falta nunca estudiar, el que tuvo todo cuanto quiso y el que murió "honrosamente" joven.
La jornada transcurrió sin más cosas a comentar, no hubo señal de él hasta dos días después. En el pupitre una nueva frase grabada: "El Rey ha muerto. ¡Viva el Rey!".

En memoria de los desaparecidos.

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