17.6.06

Por treinta monedas, quizás menos.

Jugué a confíar en el ser humano, a darle todo y no esperar nada a cambio, una vez más me traicioné.
Y es que todas las señales me indicaban que aquel personaje me iba a dar por el mismo trasero literalmente hablando: su pícara sonrisa, sus efusivos abrazos, sus melosas palabras, sus billetes usados...
No caí en la cuenta de que la historia se repetía como siempre, siempre se repite, todo se repite, círculos viciosos infinitos que no dejan títere con cabeza.
Hablábamos constantemente, nos contábamos nuestras penas y creamos lo que parecía ser una gran amistad, luego daría buena cuenta de la artificialidad del asunto.
Llegó el momento tras el cual vi la luz, la luz de neón obviamente, la del Casino "Fleyterwood", mi gran perdición, una vez más.
- Diez mil, ruleta. Catorce negro.
- Gana la banca.
Derrotado, hundido, demacrado, pero libre una vez más...

1 comentario:

Anónimo dijo...
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