2.7.08

Los chicos del barrio III

Era bastante singular, jugaba a la pelota mejor que nosotros, los futuros pecadores. Eructaba también más y mejor; escupía lejos, lejísimos y pegaba, pegaba duro.
Era el prototipo de pene hasta que un día dos formas abultadas nos dijeron lo contrario, en el fondo nos empezaban a causar sensación: "a la machote le han salido las tetas".
La mirada del niño también había envejecido pero se mantenía juguetona y curiosa, muy curiosa. Aquel día los cantos de las sirenas madres sedujeron temprano a los hijos llevándoles engatusados a sus casas por el olor de tortilla de patatas, salchichas y otros alimentos.
El niño viejo la agarró del brazo, quédate, y tras un forcejeo suave y unos pausados puñetazos la machote aceptó. Cruce de besos, de proposiciones y un pene juvenil duro como el diamante. El suave tacto de sus formas, el aliento del deseo precario.
Fue de las últimas veces que pude hablar con la machote, la siguiente vez fue un tórrido encuentro en el ascensor, la última hace un año de la mano de su hijo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Señor Stabilito, tiene usted mucho talento.

Espero que por Villanúa haya ido de lujo!

Besos (y a su señora)!