- Ahora, bésame los pies.
- No…
- ¿Cómo? He dicho que me beses los pies.
Sólo había entrado a orinar y el adolescente Diego se encontró con tal panorama. Ya de por sí era raro que el baño estuviera abierto al público, desde que podía recordar había estado cerrado sobre todo después del incidente con el “Trompetista” que en medio de un examen de inglés había sufrido un ataque de diarrea, el “Trompetista” avergonzado trató de ocultar el terrible suceso pero el olor, maldito traidor, le apuntó con el dedo inquisidor y huyó aterrorizado al entonces abierto baño. No se sabe cómo pero al día siguiente el baño amanecía con sus paredes llenas de pinturas en tonos marrones que ni el mismo Dalí se hubiera atrevido a adornar. Por supuesto el baño se cerró entonces.
- Venga o te tendré que meter un par de hostias.
Nunca había visto al “Andaluz” tan cabreado y lo único que quería el adolescente Diego era apaciguar la presión de su vejiga, era ahora o nunca. Finalmente hubo beso.
- Y ahora besa el pie del Cholo.
El adolescente Diego tuvo que aceptar era eso o sufrir una suerte parecida a la del “trompetista”. Puso el pie en alto para que seguidamente fuera besado por un humillado “Fachita”, el que ese curso había sufrido los ataques de medio Instituto. Ya entonces existía el bullying, pero entonces no había móviles con cámara.
Yo, para que no me juzguen solamente era un chico que se estaba meando encima.
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