"Si eres hombre, apunta y dispara"
detrás de esa frase escondía una sonrisa de triunfo,
de felicidad por la victoria del mito.
Se excusó tras terminos varoniles
y terminó de rodillas, con los ojos abiertos
pero sin vida, ni negocio.
El hombre de la boina, de la mirada penetrante
del fusil cabizbajo y de la conciencia tranquila,
se marchó hace tiempo en busca de cualquier otro sitio
en el que quisieran revolución y lo hizo sin mirar atrás,
ávido de leyenda, ansioso de cambio.
El arma volvió al cinto, temblorosa e inútil,
las botas siguieron la senda que aplastaba la hierba,
el soldado escupió a un lado y rumió la planta de coca,
el amor se regocijó en su pleno poder.
"Es tiempo para el amor".
detrás de esa frase escondía una sonrisa de triunfo,
de felicidad por la victoria del mito.
Se excusó tras terminos varoniles
y terminó de rodillas, con los ojos abiertos
pero sin vida, ni negocio.
El hombre de la boina, de la mirada penetrante
del fusil cabizbajo y de la conciencia tranquila,
se marchó hace tiempo en busca de cualquier otro sitio
en el que quisieran revolución y lo hizo sin mirar atrás,
ávido de leyenda, ansioso de cambio.
El arma volvió al cinto, temblorosa e inútil,
las botas siguieron la senda que aplastaba la hierba,
el soldado escupió a un lado y rumió la planta de coca,
el amor se regocijó en su pleno poder.
"Es tiempo para el amor".
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