2.3.10

Cuentos de Nadie - La Soledad del Caracol


Érase una vez un caracol que creía que no necesitaba a nadie para vivir. Había oído que los caracoles eran hermafroditas y que con todo lo puesto se bastaban para ir de un lado a otro babeando por los demás para luego encerrarse dentro de su coraza masturbándose con sus dos sexos. Un día el caracol descubrió como el agua de la lluvia formaba un gran arco iris, ese día el caracol se enamoró de la vida y decidió que era el momento de expandir su prole. Se encerró en su oscuro caparazón y comenzo a fluir sin resultado alguno. La gran mentira había sido descubierta con el correspondiente dolor, metafóricamente su salida de la caverna le hizo ver la luz, necesitaba a más caracoles para subsistir y no terminar en la cazuela junto a chorizos y salsa de tomate sin que ningún otro caracol cayera apenado por su suerte. El caracol cambió, se arregló un poco, alzó sus ojos e intentó no soltar más moco del necesario. Aquel día el caracol encontró a otro caracol y ambos se pusieron de acuerdo para tener caracoles juntos, cada uno por su cuenta eso sí. Al siguiente día de lluvia el caracol volvió a sentirse en soledad, por un momento se había sentido querido pero ahora renegaban de él hasta sus hijos. Sin apenas dejar huella se retiró hacia la playa encerrándose en sí mismo. Se había convertido en un desengañado más de la vida.

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