- Y el mundo estallará en mil pedazos de jazmín...y se elevará la figura del todopoderoso que con su dedo aniquilador constituirá un paraíso de hiedras y miel - predicaba el predicador - Oremos pues hermanos, en busca de la luz que nos pondrá en el sitio de los justos, de la belleza y la verdad.
Realmente lo creía.
- Y cuando las llamas se levanten, se alcen con ira sobre la humanidad, nosotros tocados por el divino triángulo apagaremos el fuego purificador y arrastraremos los cadáveres al mar del olvido.
Dió un paso al frente, dos...y un tercero.
- Hijo mío, dime ¿qué opinas de todo esto?
El jóven espectador atónito ante la pregunta se mostró dubitativo.
- Vamos hijo, es fácil...¿crees o no crees?
Una respuesta...
- Sí, por supuesto que creo...
Y ante el regocijo del predicador y la admiración de la plebe...
- Creo en el amor.
2 comentarios:
estos gedeones cómo son...
Don Diego! espero que ayer os fuera genial... (que me quedé estudiando).
y lo dijo bajiiito-bajito, porque era viernes noche y yo un poco moñas, al menos hasta mediados/finales de junio.
muas!
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