Anda Enrique cabreado con los tiempos que corren.
Lógico, ¿quién no lo está? Y es consecuente con sus actos y con el contexto
actual que, directa o indirecamente, le rodea. ¿Alguien se puede desmarcar de
la dichosa crisis? ¿Alguien puede girar la cabeza y ofrecer un producto de
calidad? Quizás algún superhéroe (y puedo citar a Ferreiro) puede desmembrarse y trasladarse a un mundo de felicidad
y gominolas, pero Enrique, nuestro Enrique (le pese a quien le pese) no lo hace
y afronta un ejercicio que, como apuntaré más adelante, funciona pero no
explota. [Leer la reseña completa]
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